El Santuario-Basílica

A lo largo de la historia, muchas parejas que no sabían por qué pero no conseguían tener hijos se han dirigido hasta aquí para pedirlo. Con una oración ante la cruz, y poniendo la cabeza en la olla mientras tocaban la campana, han obtenido el don de la fertilidad.

No existe una explicación lógica, sin embargo el hecho es real y se repite asiduamente. A menudo suben parejas a Núria a dar gracias a la Virgen por el hijo que han tenido, después de haber puesto la cabeza en la olla.

El origen lejano lo encontramos, según el folclorista Joan Amades, en un megalito o un menhir que antiguamente había en el valle. Las creencias paganas afirmaban que las mujeres que fregaban el cuerpo tenían asegurada la fertilidad. Desde sus inicios hasta nuestros días la simbología de la fertilidad ha estado siempre presente en Núria.

Con motivo de un congreso franciscano celebrado en 1914, se impulsó la construcción de un vía crucis en torno a ermitas y santuarios. En Núria se respondió rápidamente a la propuesta y al año siguiente el obispo Benlloch ya ponía la primera piedra.

La construcción de las diferentes estaciones se sufragó con aportaciones de asociaciones y devotos, y se prolongó hasta el año 1963. El vía crucis de Núria, situado en el camino de la coma del Clot, destaca por su carácter monumental y por el estilo escultórico diverso y sorprendente de cada una de las estaciones.

Últimamente el escultor y pintor del Ripollès, Domènec Batalla, restauró el Vía Crucis de Núria ideando un nuevo camarín en forma de ojo, donde el iris es la Virgen y la base, en forma de ala, simboliza la paz y la espiritualidad.